martes, 24 de junio de 2008

¿Qué hacer contigo?























































































¿Qué hacer contigo? Durante estos meses hemos mantenido una estrecha relación, si bien es cierto que no ha sido todo lo consecuente que yo hubiese querido, pero tienes que entender que he tenido otras muchas cosas que hacer.
Aquí estoy compartiendo contigo un espacio. Diciéndote de mis experiencias a veces intimistas, otras de frustraciones o expectativas y no me siento que ellas me puedan conectar más contigo, que con cualquiera de los que pudieran leer esto y cuyos rostros no conozco, o no me son familiares. Al final son historias mías y de nadie más.
Como abogada estoy acostumbrada a ser depositaria de secretos, a oír diferentes historias, tratando de descubrir un poco de verdad en cada una de ellas y de adecuarlas a lo que se espera se enmarque dentro de la ley.
Te pregunto ¿Tú qué has hecho por mi?
Estoy tratando de justificar tu existencia en mi vida. Quiero encontrar suficientes razones por las cuales debo mantenerte a mi lado, alimentándote con mis cuentos o mis historias. Así que te pido un poco de ayuda. Vamos a hacer estos recuentos juntos, desde el comienzo.
Cuando me decidí a compartir contigo mis “cosas”, la ilusión fue muy fuerte. Pensé que podría estar contigo más tiempo, para llevar a la escritura tantas experiencias ajenas recogidas en más de 40 años de ejercicio, o relatar todo lo visto en los diferentes sitios visitados, con costumbres disímiles, a veces chocantes a nuestra cultura. Así, el hombre que feliz e impúdico estaba desnudo a las puertas de su casa en Nueva Delhi, o la pareja de homosexuales que tiernamente se besaban en las calles de San Francisco, o aquel japonés a la entrada del Metro en Tokio, que empujaba con una T de madera larga a la gente para que cupiera en los vagones, pudieran ser parte de esos relatos que quería tuvieras contigo, formaran parte de ti, tanto como de mí.
Pero a veces siento que se me hace difícil seguir contigo. Quiero darte unas largas vacaciones. Así, aunque tú te encontrarás con un espacio vacío, yo encontraré muchas hojas que llenar en otros proyectos. ¿Sabes qué? Tengo un proyecto en mente y para su ejecución voy a necesitar de todas mis energías y de todo mi tiempo.
En este mismo momento, vienen a mi mente imágenes, voces, todas ellas me llevan a otro lado. A escribir historias para ser leídas después, no en ese espacio tuyo. Las quiero reservar para mi proyecto.
Lo siento pero una voz me llama. Sigo en nebulosa, oyendo voces. Ahora quien habla tiene la voz de mi abuela, cuando mandaba a matar una gallina del corral para hacer las hallacas, tal como te lo conté una vez y mi memoria me trae un rostro y descubro en él que se parece a Elsie, la señora que conocí un día en el consultorio médico y sin mucho preámbulo me contó su historia de culpa y redención. Una frase que leo y se dispara la imaginación.
Oigo de nuevo al Profesor Israel Centeno cuando nos dijo, en su clase de inicio, “el oficio de escritor hay que aprenderlo escribiendo, tachando”.- Y me digo: Si a eso me quiero dedicar, elige el tiempo. No lo botes. Lo siento blog, pero pienso y he decidido que escriboamimanera.blogspot.com, va a tener que esperar. Ahora estoy en revisión interna. No se cuanto tiempo me va a tomar. Ten paciencia. Como Churchill y (después plagiado por Rómulo Betancourt), te digo: “I will come back”.