jueves, 14 de marzo de 2013

Costa Rica, un país para vivir


Después de 35 años sin visitar al país, con tan solo llegar al aeropuerto Juan Santamaría de San José de Costa Rica, ya pude constatar el enorme cambio favorable que ha tenido. Su capital San José, aún conserva sin embargo un aire pueblerino, con calles flanqueadas por casas que ahora se han convertido en comercios variados y que laten al ritmo de miles de peatones. A toda hora en los cruces de las esquinas caminan presurosos, sin detenerse ante sus emblemáticos edificios como el primer hotel lujoso el Costa Rica, con su bien servido restaurante, el cual se precia de haber alojado a Cantinflas, y situado frente el Teatro Nacional (finales del siglo XIX), y en ángulo con el Museo del Oro precolombino, de arquitectura subterránea y la Plaza de la Cultura. La catedral de San José de Nazaret, con su cúpula, vitrales y pisos de mosaicos. El antiguo edificio de Correos y Telégrafos o el moderno edificio que es sede del Tribunal Supremo de Justicia en el distrito financiero. Acaso en los parques y plazas sea en los únicos sitios que se detiene ese ritmo, al recibir  por momentos a la parejita joven enamorada, al adulto mayor jubilado o al indigente adormecido. Para tomar el pulso es obligatorio visitar el mercado Central y apreciar la variedad de productos agrícolas, sus típicos comederos y la gran cantidad de ventas de flores. Al igual que ver el largo callejón de tarantines que es el  Mercado de las Artesanías exhibiendo trabajos en madera, tejidos y cerámica, adyacente a la Plaza de la Democracia y cercano al Museo Nacional con su escalinata flanqueada por un extraña escultura de vidrio. En el parque La Sabana está el estadio Nacional de fútbol  dos medias conchas que desafían al espacio y lanzan su reto al cielo; el Museo de Jade, en la sede del Instituto Nacional de Seguros, con una enorme escultura en bronce en su frente. Muy cerca La Casa Amarilla, sede del gobierno, la cual  cubre una manzana y  luce confiada a la mirada del paseante turista, sin grandes guardianes.
No se puede dejar de lado la visita a cualquiera de los 5 volcanes activos. Fuimos al Poas, con la laguna Boto a un lado, solo que hay que tener la suerte de que el tiempo esté libre de neblina para ver sus fumarolas y cráter lleno de ácido.
 Al final  de mi viaje confirmé lo que muchos venezolanos que ahora lo habitan dicen “Un país para vivir”

martes, 12 de marzo de 2013

Presente, pero nunca cercano


PRESENTE, PERO NUNCA CERCANO

Nunca lo conocí de cerca, ni siquiera lo vi de lejos. El único contacto siempre fue virtual y distante, los escasos centímetros que me separaban al cajón del televisor, y más recientemente a lo plano del LCD, o a la pantalla de cine.  El primer acercamiento ocurrió en la madrugada de aquel fatídico 4 de febrero de 1992. No fue nada grato la visión petulante y prepotente de quien aún derrotado y confesándose vencido prometía que “por ahora “no se habían cumplido los objetivo. Es decir, que vendría más. Que habría otra intentona de romper el hilo democrático. En ese momento quien ejercía la Presidencia no era el objeto de mi preferencia, pero el que alguien por vía de la fuerza tratara de romper el orden  constitucional, no era una opción que aceptara.
Los acontecimientos que siguieron después serán juzgados por la historia, El por qué esa figura que surgió de un madrugonazo llegó a conectarse en forma tan cercana con una parte de la población no entra en mis análisis político y se escapan de estas líneas.
Lo cierto es que durante 14 años su figura  se mantuvo en primera plana, su cara presente en mi pantalla de TV por el tiempo que  fuera capaz de resistir las largas cadenas o las charlas bien actuadas, cronometrados sus movimientos con el fin específico de cautivar al oyente. No eran al azar sus muecas, el dirigirse a los subalternos para pedir un datos o preguntarles cualquier cosa. El sabía que debía de mantenerlos atentos, pendientes del llamado. El tic nervioso en la boca, que la volvía mueca, la pausa para beber café o agua. Todo estaba pensado para causar un efecto. Un actor formado en el Actor s Studio no lo haría mejor.
Una vez vi a un encantador de serpientes sacar del canasto a una cobra y erguirse en un baile  algo macabro, sólo con el sonido de una flauta. Sorprendente como poco a poco al oír las notas, la cobra salía desde el fondo encestado y se mantenía erecta y desafiante. Así era el efecto Chávez en las masas. Confieso que conmigo nunca hubo esa conexión que me hiciera salir del cesto.
Ahora muerto Chávez, mi  distancia con su figura se hace aún más lejana, Mientras miles de cobras esperan por un nuevo encantador, que les haga sentir que forman parte del baile,
 se vuelve más peligrosa  en su contenido: Nace un mito, un casi santo se está gestando Amanecerá de nuevo y todos seremos los mismos. Menos uno..