miércoles, 10 de marzo de 2010

Caracas con sequía


Caracas, la capital de la indolencia, de la improvisación, del atasco a toda hora, aún con una sequía casi total se olvida por estos días de los ruidos, de las obras inconclusas que abundan por las calles y aceras rotas. No se deja llevar por las prisas y se abandona en gozar de las tonalidades de una primavera que se manifiesta en los araguaneyes floridos, que nos sorprenden en calles y avenidas o muchas veces escondidos en el jardín de una casa. Son aquellos que parecieran temer salir, en ésta cada día más peligrosa urbe.
Los contados parques se olvidan que la lluvia los ha abandonado y muestran a pesar de ello la primavera en las ramas de los bucares, las acacias. Algunos se sienten culpables de ese despliegue de alegría y dejan caer sus flores formando coloridas alfombras que hacen detener a los paseantes. Los invitan a admirar con deleite la belleza de una flor, olvidando por un rato el stress, el apuro por llegar a casa o el trabajo; soslayar el tropiezo con aquellos que quizás no se percatan de la belleza que la naturaleza les ofrece y siguen en la lucha, vencidos por el cansancio que les impide gozar de esa fiesta de colores.
Caracas llena de contrastes también nos empapa la vista y nos sume en la congoja, con la quema de sus cerros. Nos arruga el alma ver como cientos de hectáreas de nuestro Wuaraira Repano están indefensas ante el avance de las llamas. Una guerra que siempre termina por perder y que le costará años para volver reverdecer
No nos sorprende que cada año por esta época se sucedan los mismos incendios y no se tomen previsiones, que falte el agua y la ciudad seca deje que ella se pierda en tuberías rotas o sin el adecuado mantenimiento.
Al menos para apaciguar tanta desidia tenemos esos pocos minutos en que nuestra mirada se posa en nuestros árboles, los que para contrarrestar tanta apatía nos regalan su efímera belleza florida.