sábado, 19 de abril de 2008

Un sábado cualquiera


No hay sino que comenzar a planificar el día, para ello busco la prensa y me voy directo a la página cultural para ver las opciones que me ofrece en materia de espectáculos o exposiciones. Está la feria del Libro en los espacios del CIEC de la Universidad Metropolitana. Hay varias conferencias y presentaciones de libros. Entre estos últimos está el de Maytte Sepúlveda “Aprender a Vivir”. Es increíble el número de textos de Autoayuda que ha proliferado en los últimos tiempos. La necesidad de la gente de buscar más allá de su ámbito un algo extra que la acompañe en los duros avatares diarios va en proporción directa a como se siguen editando este tipo de publicaciones. Algunas de ellas bien documentadas y con el mejor propósito de que las personas se pongan en contacto con sus problemas y los aprendan a manejar o soslayar de la mejor manera posible. Otros cuantos y por demás numerosos no son sino un compendio de experiencias ajenas transcritas en unas páginas, con el ánimo de que el lector se de cuenta de que su problema es similar al de muchos y que por lo tanto al no ser el ombligo del mundo, puede sentirse satisfecho, casi “mal de muchos consuelo de tontos”. Está asimismo la presentación del libro de Jaime Manrique “Nuestras vidas son los ríos”, basado en la vida de Manuelita Sáenz. El sólo título ya nos lleva por un camino poético, si queremos completar la frase del verso copla de Jorge Manrique “que van a dar a la mar que es el morir”. Habría que leer desde que visión es estudiada la que fue amante de Simón Bolívar, mujer de temple y valor que le sumó su bien ganado título de la Libertadora del Libertador. Este rebuscar en algún plan que hacer para la tarde o noche del sábado me trae el recuerdo de que en mi biblioteca están esperando, como silentes genios algunos libros que debería de leer para cumplir con las tares pendientes del diplomado. Entre ellos está Lunar Park, del niño terrible de las letras norteamericanas Bret Easton Ellis, con sus 379 páginas cargadas de confesiones y ficción, lo cual sería un programa a considerar para llenar algunas horas.
Sin embargo, dejo de lado esta posibilidad y me embullo en una búsqueda frenética por Internet a ver si consigo algo más de Randy F. Pausch. Éste era Profesor de la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburgh, cuando le fue diagnosticado un cáncer de páncreas con un estimado de vida de seis meses. Antes de su renuncia académica da una conferencia a sus alumnos en la cual expone su receta particular y resumida de consejos para sus hijos. Con la claridad de pensamiento de quien se sabe próximo a morir Pausch, cuenta la historia de un viaje poco común acerca de “Viaje a las estrellas, la gravedad cero y alcanzar los sueños.”. Toda una lección de vida que ahora se complementa con la publicación de un libro The last lecture. La reflexión que me hago no se hace esperar. Cuando nos encontramos en situaciones críticas es cuando tomamos verdadera conciencia de que los cambios en nuestra vida los debemos hacer cada día, y no cuando sabemos están cerca nuestros últimos momentos. Es ahora el tiempo para comenzar a valorar y apreciar las pequeñas cosas , esas que nos llenan los huequitos del alma pero que a la larga son las que nos ponen los pies en la tierra y nos enfrentan con nuestra mortalidad.
La dirección de Internet para saber más de Randy Pausch es www.cmu.edu/randyslecture.

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